Judas 1:4- 16 Porque algunos hombres han entrado
encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta
condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro
Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. Mas quiero recordaros, ya que una vez lo
habéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no creyeron. Y a
los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia
morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio
del gran día; como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la
misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra
naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego
eterno. No obstante, de la misma manera
también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman
de las potestades superiores. Pero
cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el
cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino
que dijo: El Señor te reprenda. Pero
éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza
conocen, se corrompen como animales irracionales. Ay de ellos! porque han
seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y
perecieron en la contradicción de Coré. Estos son manchas en vuestros ágapes,
que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin
agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto,
dos veces muertos y desarraigados;
fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas
errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las
tinieblas. De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He
aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar
convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho
impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado
contra él. Estos son murmuradores,
querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas
infladas, adulando a las personas para sacar provecho.
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